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Mientras el país se derrumba por el desempleo, mientras la actividad comercial y productiva va a la baja, mientras el gobierno sigue con su política de salvar a los bancos con miles de millones de euros con cargo a la deuda pública, mientras esto ocurre la población se encuentra totalmente indefensa. Para llegar hasta aquí, antes tuvo lugar el saqueo de las cajas de ahorro por quienes eran sus ejecutivos. ¿Cómo es que se ha consentido un latrocinio de tal magnitud y nadie pase por las dependencias de la cárcel? En las cajas de ahorro, los directivos, se han dado un festival de latrocinio, da vergüenza vivir en un país que llegará pronto a los 400.000 desahucios sin piedad y por otra parte esa elite se ha forrado sin tasa. Algo debe de haber para que estos ladrones se salgan con la suya. En honor a la verdad, lo que se desprende de este festival de despropósitos, con unas cuantías descomunales, es el pago del silencio. Estos aprovechados que le han echado, descaradamente, mano a la caja lo hacen bajo el principio de “quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón”, dicho de otra manera, estos espabilados tiene la información, de primera mano, de los robos descarados instrumentados, con los más diversos envoltorios, que los políticos de turno han cometido. 

El dinero lo han hecho desaparecer los políticos asentados en los consejos de administración en chorradas y negocios entre unos y otros, amigos y conocidos, no obstante están obligados a pagar el peaje del silencio. ¿Qué otra razón puede haber sino cerrar la boca a quien los puede delatar? A perder, a lo que se dice perder, para eso está el populacho. Cuando surgió el descalabro de Bankia desde el gobierno se informó que en la entidad financiera se aplicarían los fondos que hicieran falta. Una constatación que para la clase política importa más tapar el marrón con dinero público que cerrar el chiringuito y procesar a los responsables del robo. Por este latrocinio no está de más dejarlos retratados en la siguiente lista de la vergüenza con la pretensión que la  millonada, obtenida como botín, se la tengan que gastar en farmacia. De lo que se conoce el robo descarado asciende a la friolera de 329.400.000 de euros. Para los que han aparecido de nuevo por el blog les convendría ver Políticos bajo sospecha o delincuentes habituales, en los archivos del mes de octubre con el fin de calibrar de que estamos hablando.